sábado, 18 de julio de 2015

Música para feos

Galardonado con el Nadal (en 2000) y el Planeta (en 2012) por dos títulos de la serie  que protagonizan los guardias civiles Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, este ya  consagrado escritor de novela negra española nos sorprende con una obra que se aparta (tal vez no del todo) de sus patrones de trabajo habitual para volver a la senda de la novela de amor que comenzó a explorar -aunque pronto abandonaría- con "La flaqueza del bolchevique",  obra con la que  llegó a ser finalista del Nadal en 1997, tres años antes de que se alzara con este galardón gracias a "El alquimista impaciente".
         El texto de la contraportada con el que la editora resume el libro acaba justamente diciendo que "Esta es una historia de amor", y no es mi propósito ponerlo en duda, ni creo que nadie que la haya leído lo haga; pero pienso sinceramente que, aun siendo una historia de amor la que se narra, la obra no es sólo ni exclusivamente una novela de amor, pues en ella se abordan, de forma más o menos colateral, otros  temas de interés o de actualidad, como el conflicto bélico de Afganistán y la participación del Ejército español en misiones internacionales, la experiencia límite de la guerra, o  la crisis económica y la degradación profesional y moral que, como consecuencia de ella, sufren determinados estamentos (el caso de Mónica, que aspira a ejercer el periodismo con dignidad, pero tiene que conformarse con un trabajo que odia como productora o ayudante de producción de un programa de tele-basura es un ejemplo), o el acercamiento entre generaciones y modelos de vida radicalmente distintos.
         Lorenzo Silva teje con maestría una intensa historia de amor, pero, no conforme con ello, se vale de esta relación sentimental como "percha", de la que, casi sin que el lector se dé cuenta, va colgando esos otros temas aptos para la reflexión, que a la postre resultan casi tanto o más interesantes que la propia relación que mantienen Mónica y Ramón, o al menos a mí así me lo parece. Llegados a este punto, la pregunta que me hago, y que me gustaría trasladar a mis compañeros de Macondo, es si la relación amorosa entre Ramón y Mónica no será, acaso, la "excusa perfecta" de la que el escritor se vale para acercarnos a otras historias,  otras preocupaciones....
         No obstante, y a diferencia de algunas de las última novelas que hemos leído, como "El nadador" o "La última confidencia del escritor Hugo Mendoza", que eran la "opera prima" de sus respectivos autores y pecaban tal vez de "excesivas", "Música para feos" tiene en mi opinión la justa medida. El autor no se extiende más de lo necesario para contar la historia que tiene en mente, y eso es algo que se agradece. Silva es un escritor veterano, con casi una veintena de obras en su haber, y no sufre esa tentación de querer abarcarlo todo o de ofrecernos una cosmovisión completa, como -en mi opinión- hemos visto por ejemplo en Camps. En una entrevista reciente le escuché decir que para contar una buena historia generalmente bastan unas 400 páginas, pero que si además es una historia sencilla y su autor sabe plantearla, podría bastar incluso con la mitad. Lorenzo Silva es un autor prolífico y, antes de hacernos caer en el tedio o el aburrimiento, prefiere guardarse las ideas o historias que   desea compartir para futuros libros.
         "Música para feos" es una novela corta, sencilla, sin grandes alardes literarios, pero tampoco debemos pensar que sale de una "fábrica de churros", ni del encierro de un mes de verano en el particular "rincón creativo" del autor. Tal vez para alejar esa sospecha, al final de la novela se recogen las fechas entre las que fue escrita (entre el 14 de julio de 2014 y el 28 de febrero de 2015) y los lugares por los que transitó en un curioso y amplio periplo (Desde Herat a Alicante, pasando por Getafe, Viladecans, Pájara, Tokio, Madrid y Astorga), que -intuyo- tampoco ha sido gratuito. Silva ha confesado que la historia de la novela (y sospecho que se refiere más al aspecto militar que a la vertiente puramente amorosa) llevaba ya mucho tiempo rondando su cabeza, y cuando comienza a escribirla se traslada a Herat, donde convive durante una semana con los militares españoles destacados allí en misión internacional en el verano de 2014. Visita también, con el propósito de inspirarse y hacer acopio de material literario, la base del Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra en Rabasa (Alicante), e intercambia impresiones con integrantes de los equipos de "francotiradores" del  Ejército español. Supongo que su paso por Pájara (Fuerteventura) responde a ese mismo interés, para conocer el trabajo de las fuerzas especiales en los campos de tiro del Sur de la Isla. Sin que ese sea su propósito último, ni tal vez esté en la mente del escritor al comenzar a escribir la novela, es evidente que "Música para feos" acaba siendo también un particular homenaje a las fuerzas especiales del Ejército, y un intento por acercarse a la mente y los sentimientos de una figura, la del "francotirador", que de forma casi instintiva puede repugnarnos. Difícil tarea que se propone y consigue tras escuchar por boca de sus protagonistas "historias que, en algún caso -como nos dice en el capítulo final de agradecimientos de la novela- nunca habían salido a la luz".
         Y ésta es, en mi opinión, una de las razones que justifican que el autor se valga de una voz femenina, la de Mónica, que voluntariamente se acerca a una realidad que para ella es (tal vez como para el mismo autor) desconocida y chocante con la idea de comprender mejor al hombre al que amó y perdió en trágico accidente. La voz (no en vano es la de la narradora), pero sobre todo la mirada de la protagonista ayudan a "humanizar" mínimamente la imagen que el autor quiere hacernos llegar de los militares destacados en misiones especiales, como las de Irak o Afganistán. Fundamental es también para ello el protagonismo de Jaime, el "poeta soldado", amigo íntimo de Ramón, que es quien al final da respuesta a muchas de las preguntas que "martillean" la conciencia de Mónica, y que Ramón jamás quiso o pudo responder. Y no resulta baladí que ese personaje de ficción, llamado Jaime en la novela, esté inspirado (como el autor mismo desvela en el capítulo de agradecimientos) en una personaje real, Guillermo de Jorge, soldado de Infantería y autor de un poemario titulado "Afganistán: diario de un soldado".
         Cuando propuse mi terna de lecturas para que ustedes escogieran, debo decirles que "Música para feos" era la última de mis opciones. Me decidí a incluirla, junto a las últimas novelas de Umberto Eco y Manuel Vicent, porque ese mismo día escuché a Lorenzo Silva en un entrevista en la Cadena SER y consiguió despertar en mí un gran interés; en primer lugar, porque se apartaba del género policiaco; en segundo lugar, porque la protagonista era una joven periodista que vivía en sus carnes las consecuencias de la crisis, y "at last, but not least", porque desvelaba que la narradora era "una voz femenina". Yo creía  que se trataba simplemente de un reto, de una especie de desafío técnico, algo que tampoco es tan infrecuente en la Literatura universal (ejemplo paradigmático en la Literatura española es el de "Cinco horas con Mario", de Miguel Delibes); pero, tras haber leído la novela, creo que es un recurso literario esencial: Lorenzo Silva quería acercarnos a la realidad de los militares destacados en misiones internacionales, y en particular a la figura del francotirador y sus posibles reservas morales y/o remordimientos, y para ello una "mirada femenina" era infinitamente más útil que la de un hombre. Silva se proponía acercarse a esa realidad desde la distancia (podía haberlo hecho desde la visión de un soldado, en el frente de batalla, pero esa opción no permitía quizás tantos matices); al tiempo que deseaba también ayudarnos a empatizar y comprender, y para ello nada mejor que hacerlo desde el punto de vista de una mujer enamorada.
         Acertado en la temática, acertado en el punto de vista narrativo y acertado en la longitud y la forma de la narración, creo que Lorenzo Silva acierta también en los diálogos, esenciales en un relato que prácticamente se circunscribe a dos principales protagonistas (Ramón y Mónica), aunque durante la mayor parte del tiempo dichos diálogos se desarrollen a 6.000 kilómetros de distancia. No creo que sea algo novedoso en la narrativa moderna, pero me llama la atención la forma en la que se pruduce el diálogo, a través del servicio de mensajería de Skype y a través del Whatsapp, fundamentalmente, circunstancia a pesar de la cual no creo que ese diálogo difiera en exceso del que hay presente en la novela clásica. Creo que es un diálogo directo, natural y espontáneo, el propio entre personas que acaban de enamorarse y comparten sentimientos y gustos, en particular su gustos musicales. ¿Comparten ustedes mi opinión en este análisis?
         Y otro acierto en la novela es, a mi parecer, el de su "banda sonora", aspecto que, si bien he dejado para el final de mi comentario, no por ello considero que sea menos esencial. Antes al contrario, me parece uno de los grandes logros de esta obra, que no en vano lleva la "Música" (lo de que sea "para feos" o para guapos es lo de menos) al mismísimo título, en claro homenaje también a Leonard Cohen y su "Chelsea Hotel nº 2". Varias veces he comentado en nuestras comidas del Gabinete que me encanta buscar y reproducir en "Youtube" los temas musicales que aparecen en las novelas porque es algo que me ayuda a recrear el "ambiente" en el que discurren las tramas y a imbuirme además de la atmósfera que envuelve al propio autor cuando escribe. Es como cuando lees una novela en la que reconoces el espacio narrativo. Últimamente se ha puesto de moda el turismo literario, aquel que nos invita a conocer de cerca los lugares que transitan los personajes de ficción de algunas novelas (como las de Larsons, el Ulises de Joyce o "El Código Da Vinci" de Dan Brown). De parecido o igual modo, creo que para los aficionados a la lectura podría tener mucho éxito una suerte de conciertos o audiciones literarias, basados en los gustos de nuestros autores o personajes de novela favoritos.
         No sé cuántos de ustedes se habrán conectado a Youtube o se habrán descargado el código para escuchar los temas que nos propone Lorenzo Silva en esta novela; pero créanme, si no lo han hecho, que merece mucho la pena, sobre todo para los que sean más o menos coetáneos del autor, porque revivirán algunos hitos de los 80, entremezclados con temas de la última década, cuyas propuestas van alternando Mónica y Ramón, la mayoría de las veces en un juego de intercambio a través del whatsapp, que tiene tanto de encanto como de verosimilitud, en estos tiempos en que todos recurrimos a este vehículo de intercomunicación para casi todo.
         No obstante,  en "Música para feos" los temas que se mencionan  no son un mero aderezo ni un simple telón de fondo para ambientar la historia que se nos cuenta, sino que constituyen en sí mismos un relato paralelo, y así lo ha declarado el autor en alguna entrevista. La novela consta de 21 capítulos, y cada capítulo alude a un tema musical que ha sido cuidadosamente escogido, lo mismo que los fragmentos que de ellos se citan, en una sucesión de secuencias que conforman un relato poético complementario de la historia. Muchas veces nuestra propia memoria se construye a base de sensaciones o recuerdos musicales que nos han ido marcando a lo largo del tiempo. Por eso es tan importante la música en la relación sentimental que nace entre Ramón y Mónica. El intercambio de canciones a través del whatsapp es una forma que permite el acercamiento entre dos personas de generaciones y ámbitos profesionales aparentemente muy diferentes, que al final -y gracias, entre otras cosas, a la música- resulta que no lo son tanto.
         Me temo que la novela recibirá algunas críticas, pero confío en que al menos algunos  la hayan disfrutado tanto como yo. Para mí, Silva nos brinda en "Música para feos" una historia hermosa y redentora, que a la postre, y a pesar de ese final trágico, nos deja también un halo de fe y esperanza. "We are ugly, but we have the music", es, como aquel clásico "Siempre nos quedará París", un mensaje redentor y esperanzador al mismo tiempo.

Las Palmas de Gran Canaria, 26 de julio de 2015
Laureano Pérez

         

No hay comentarios: