jueves, 14 de octubre de 2010

La montaña mágica


La próxima sesión tendrá lugar el miércoles 20 de octubre, a la hora de costumbre. La introducción la realizará Carolina

2 comentarios:

Stefan dijo...

Qué pena que no haya podido estar en la tertulia cuando hablaron de ‚La montaña mágica‘. No sólo porque es una obra de uno de los autores alemanes más conocidos, sino también porque es una novela que me gusta. Independientemente de la importancia de un autor y su repercusión en la sociedad está siempre este lado personal, la lectura como un diálogo casi íntimo con las figuras, sus actos y pensamientos.
Hay que decir que Thomas Mann con toda su obra no me atrae mucho. Personalmente, no como profesor de literatura. Él pertenece a la gran mayoría de autores que profundizan con los años cada vez más en sus peculiaridades (grandes excepciones p. ej. Goethe, Las afinidades electivas, o una novela moderna: García Marquez, El amor en los tiempos de cólera) y no me apetece mucho seguirles en el camino.
Pero adoro ‚Der Zauberberg‘, ‚La montaña mágica‘. Me gusta leerlo en pequeñas porciones, saboreando forma y contenido de las frases. Veo el mundo del sanatorio con sus ojos inocentes y su carácter afable y bueno. Es un panóptico, el circo de la sociedad burguesa antes de la primera guerra mundial. El hecho, de que Mann empezara el libro antes y lo terminara después de este acontecimiento bárbaro e inhumano, es importante para entender su contenido. Allí, en Davos, la burguesía europea está en perfecta armonía, alemanes, rusos, italianos, holandeses, ingleses y griegos, se ocupan solamente de su enfermedad y la vida social en el pequeño círculo del sanatorio. La mayor sensación entre la rutina diaria de las horas de comer y de descansar es el ‚ennui‘, el saber que el tiempo no se mueve en esta montaña suiza.
Se podría hablar mucho de los distintos caracteres, de Joachim y su necesidad de hacerse militar, de Hans Castorp y su relación con Clawdia, del médico Behrens y sus pinturas y de su colega Krokowski con su afición por el psicoanálisis de Freud. Llama especialmente la atención la llegada del Mynheer Peeperkorn, este personaje impresionante, cómico y trágico a la vez que domina cualquier encuentro social y habla sin decir nada. Un escritor alemán mayor que Thomas Mann, Gerhart Hauptmann, lo veía como una caricatura de si mismo y habrá tenido razón.
La segunda parte en el comentario 2 ...

Stefan dijo...

Continuación del comentario 1
Quedan los dos personajes que para mi son los más importantes en la novela, los señores Settembrini y Naphta. Elocuentes oradores y adversarios eternos que son, dominan el discurso ideológico en la montaña mágica por su deseo de influir en los pensamientos de Hans Castorp.
Settembrini, el pobre pensador italiano, es su fiel amigo durante los siete años en el sanatorio. Cuando habla, parece ser una manifestación de los ideales de la Illustración.
Todo en él es razón y razonar con los valores humanos, la libertad, la igualdad y el imperativo categórico de la ética kantiana en el centro de su mundo. Parece que el autor Thomas Mann, arrepintiéndose de su apoyo a la primera guerra mundial en 1914 después de ver el desprecio y la inexistencia de todo lo humano en sus matanzas gigantescas, prefiere reflejarse en este escritor pequeño y le apoya en su lucha por la humanidad.
En cambio Naphta es como un agujero negro en el que Mann metió todos los pensamientos peligrosos para el hombre. Está el comunismo, para el que sus ideas son mas importantes que las personas, el cristianismo fanático medieval con su caza de infieles, el desprecio a la democracia y la creencia, en la que los individuos no cuentan. Cuando habla con Settembrini o Hans Castorp estos pensamientos salen como serpientes del agujero, muchas veces disfrazados por su poder de convencer, de persuadir. Thomas Mann, sensibilizado por sus experiencias con la guerra y cómo transforma al hombre, anticipa en Naphta y sus ideas la historia alemana de la primera mitad del siglo veinte, la dictadura, el holocausto y otra guerra mundial. El contraste con la vida en el sanatorio no puede ser más grande. Los pacientes disfrutan de una vida pacífica caracterizada por la tolerancia y el saber que la muerte les tratará a todos igual.
Pero ‚La montaña mágica‘ no se queda en una novela en su contexto histórico,en un documento de una época. Sus ideas e ideales también hoy en día mueven el mundo y lo transforman. Cuando estaba leyendo el libro otra vez depués de muchos años, para nuestra tertulia, me asaltaron a la vez mis sentimientos y el razonamiento, vivía con Hans Castorp sus pequeñas aventuras y esperaba que el señor Settembrini pudiera cambiar el rumbo de la historia. Al final me tranquilizaba que él en la Europa actual se hubiera sentido muy a gusto y también su creador, el Thomas Mann de hace ya noventa años, deprimido y angustiado por la época en la que vivía.